Basílica del Sagrado Corazón de Jesús


Grandioso, monumental, artístico, espiritual, templo adecuado para la gloria de Dios. Éstos son algunos de los calificativos descritos para la Basílica de Riobamba, un templo que retorna a los órdenes clásicos de la arquitectura.
Según cuenta el historiador Carlos Ortiz Arellano, en 1879, el rector del colegio San Felipe Neri, Padre Luciano Navarro, presentó el proyecto, aprobado por la Curia, de levantar un templo al Sagrado Corazón de Jesús.
La idea recibió el apoyo de la Asamblea Nacional de 1882, donde actuaban como diputados por Chimborazo: Pedro Lizarzaburu y Teófilo Sáenz.
Los planos fueron trabajados por el hermano jesuita Román Lecanda, que los concibió a semejanza de “La Rotonda” del valle de Azpeitia en España. La primera piedra se colocó en agosto de 1883; es decir, estamos por recordar 124 años de este hecho.
Casi 32 años tardó la edificación del templo, para lo cual se formó comité especial de apoyo para la recaudación de fondos que siempre escaseaban. Como parte de las gestiones se editó el periódico “El Templo”, dedicado a la promoción del mismo.
Las crónicas de la época, recogidas por Ortiz Arellano, dan cuenta de las dificultades que se presentaron para la consecución de los materiales, especialmente para la cúpula o rotonda.
Los materiales empelados son cantería de buena clase y algún ladrillo, siendo de piedra pómez las cúpulas y bóvedas.
Los trabajos fueron dirigidos por el jesuita cuencano Manuel Guzmán, residente muchos años en nuestra ciudad a la que aportó con la dirección de otra obras.

La consagración del templo finalmente se la realizó en junio de 1915 con la presencia de los obispos Ulpiano Pérez y Juan Riera.
Con motivo de la inauguración se estrenó la custodia mandada a confeccionar en París, con tres esmaltes que representan el escudo eucarístico de la ciudad, el cuadro alegórico de los crímenes del 4 de mayo de 1897 y la misma Basílica.
En tanto, la estatua de Cristo Rey, de 8.5 metros de altura, en la fachada principal fue colocada en enero de 1930, con ocasión del centenario de creación de la República del Ecuador. Es obra del artista cuencano Miguel Sánchez Ruiz.
En el atrio de la Basílica actualmente se encuentran dos bustos en homenaje los sacerdotes jesuitas: José Veloz y Suárez, y Juan Félix Proaño.
Descripción de la obra
Precisamente, Juan Félix Proaño, Deán de la Catedral de Riobamba, en su obra “Memoria de la Diócesis de Riobamba,  toma como providencial el hecho de que las bodas de oro de la Diócesis coincidieran con el mismo año de la inauguración del templo.
Al respecto dice: “Hay obras reveladoras de una gran fe, del elevado sentimiento religioso de un pueblo, que busca para adorar a Dios un lugar digno de su grandeza. La fe de Riobamba se honra con este magnífico templo”.
Con respecto al mérito artístico, reproduce las palabras de Juan Aldama, arquitecto español, que residió en Riobamba y que publicó su opinión en “El Templo” del 26 de noviembre de 1906:
“La buena arquitectura religiosa, no se halla en la República del Ecuador, bien y copiosamente representada: ella ha repudiado aquí el clasicismo, y nunca hasta hoy había extendido sus alas en las altas regiones de los más puros e inspirados ideales. Ahora es cuando el pueblo de Riobamba se remonta hasta lo más alto (…) Templo grandioso y artístico es el que se está hoy construyendo en Riobamba, bajo la dirección de los virtuosos y sabios padres jesuitas, monumento digno de la majestad a quien se dedica”.
Detalles arquitectónicos

En los templos revisados, en semanas pasadas, hemos visto la adaptación de estilos arquitectónicos. Sin embargo, en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús hay un retorno a los órdenes clásicos de la arquitectura. Así lo define Aldama:
“Al orden corintio pertenece el gran monumento: solamente en el exterior del cimborio se dejan ver detalles jónicos.
Su primer cuerpo central lo forma un espacio octógeno de esbeltos arcos, a cuyas pilastras van adosadas hermosas y bien trabajadas columnas con elegantes capiteles.
Dicho cuerpo está coronado por una cornisa del más exquisito gusto, y sobre ella, da principio el cuerpo segundo que es de la misma figura geométrica, llevando a cada lado una ventana de muy buenas proporciones. Este cuerpo termina, a su vez, con una cornisa, que armoniza maravillosamente con la primera.
Sobre la segunda cornisa se levanta un airoso zócalo, y de allí arrancan las atrevidas líneas de artística y esbelta cúpula la que va coronada por graciosa linterna con ocho rasgadas ventanas, y a la que, por remate, se ha puesto el lábaro augusto de la redención (cruz).
Las 16 ventanas del cimborio y la linterna, por su posición elevada, distribuyen la luz por todo el templo de modo suave, resultando un ambiente apacible.
Al primer cuerpo de la parte central descrita (el tambor) circúndale una serie de pequeñas cúpulas, muy graciosas, limitadas por robustos arcos. El ábside corresponde en todo a la majestuosidad del la obra, y el coro, que se halla en su frente, sobre la entrada principal, ha sido objeto de hermosos detalles en su bóveda, para favorecer la acústica”.
Con respecto a la fachada, se observan las columnas de orden corintio, Las tres puertas y cuatro ventanas, presentan vanos con arcos de medio punto (semicirculares), propios del estilo románico. “El conjunto del exterior forma una bonita combinación de cuerpos entrantes y salientes, lo que resulta de aspecto pintoresco y grandioso”, asegura Aldama.
Complementa que el templo, desde el suelo hasta el remate de la linterna, tiene una altura de 40 metros.

1 comentario:

  1. Una postal de la basílica antes de la colocación de la estatua de Cristo Rey, puede obtenerse en fotografianacional.gob.ec. El enlace estará proximamente activado.

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